lunes, 10 de octubre de 2011

Continuar con la crisis o salir de ella, la solución: en la calle.

Desde que en 2007 estalla el escándalo de las hipotecas subprime en EE.UU que acaba arrastrando a mediados de año a bancos franceses y alemanes, extendiéndose como un reguero de pólvora a todo el mundo desarrollado, hasta llegar a la quiebra de Lehman Brothers, el año siguiente, momento de la oficialización de la mayor crisis sistémica desde la Gran Depresión de los 30, se han llevado una serie de políticas en todo el orbe que lo que han conseguido es una mayor profundización en la misma y dotarla de un carácter “sine die”. Además de multiplicar la desazón social a todos los niveles, como no se conocía desde hace décadas, a costa del espectacular aumento del desempleo, los desahucios, una sensible merma de las condiciones laborales y lo que es peor de todo un futuro tan oscuro que hace dudar, incluso, de la supervivencia de la democracia.

Transcurridos 4 años desde entonces vemos como los gobiernos o los aspirante al mismo, tal es el caso del PP en España, no proponen otras medidas distintas de las adoptadas hasta ahora que van degradando día a día la situación, sobre todo en las clases más desfavorecidas de la sociedad y a una gran parte de lo que, de forma poco ortodoxa, se le ha denominado clase media. La empírica demuestra que, en base a las medidas adoptadas, por ejemplo en el seno de la UE y de cada uno de sus países integrantes –mayoritariamente en la onda neoliberal-, e incluso en EE.UU., los resultados han sido extraordinariamente nefastos. Hoy, Europa está peor de lo que lo estaba el año pasado  o el anterior y todas las previsiones señalan que la situación irá a peor durante el próximo 2012.

Mientras tanto en EE.UU. el Presidente Obama ha decidido, recientemente, salirse de esta inercia con medidas sensíblemente distintas a las adoptadas hasta ahora aunque, muy probablemente, la mayoría republicana con el Tea Party en primera línea de batalla impedirá la puesta en marcha de las mismas. En Europa, sin embargo, solo se están practicando básicamente austeras políticas de recortes que lo único que están propiciando es mayor destrucción de empleo –las cifras del paro aumentan sin cesar- y solo, en el caso de escándalos como los que están ocurriendo en las Cajas de Ahorro españolas, tímidamente se proponen medidas de poca o nula credibilidad acerca de un mejor control de las entidades financieras, uno de los orígenes del problema. En definitiva, más de lo mismo: recortes sociales,  reducciones salariales y de derechos para los trabajadores, más desregularización, más privatizaciones,  sin reformas fiscales significativas, etc, es decir las mismas políticas vigentes durante las dos últimas décadas que han conducido por si mismas a la situación en que nos encontramos.

Saber por qué, a pesar de los continuos llamamientos de las voces más cualificadas y de millares y millares de personas que se manifiestan por todo el mundo, se mantiene dicho empecinamiento en unas políticas neoliberales que han devenido a una crisis de este calado y que no hacen más que empeorar la misma, resulta difícilmente explicable. Todo lo contrario de lo que ocurriera con el aborrecimiento de  estas prácticas y que propiciaron el despegue de los Estados Unidos poniendo fin a la Gran Depresión de la mano de Franklin D. Roosevelt o, igualmente, las fuertes dosis de inversión pública para la reconstrucción europea tras la 2ª. Guerra Mundial auspiciadas por las cuasi-desaparecidas Democracia Cristiana y Socialdemocracia, hasta la consolidación y desarrollo del continente como una potencia de primer orden mundial en lo económico y social, hasta la década de los 80.

Quizá la mejor interpretación posible para justificar tal grado de desatinos haya que entenderlo, por una parte en una pésima casta política enormemente acomodada en los partidos tradicionalmente más importantes y, por otra, en el inmenso poder acumulado, -ante la inoperancia, debilidad y servilismo de estos mismos políticos-, por grandes compañías tanto financieras como industriales de carácter multinacional, o mejor dicho “supranacional” (conforme a la definición de la RAE: Dicho de una entidad: Que está por encima del ámbito de los gobiernos e instituciones nacionales y que actúa con independencia de ellos). De ahí que solo parezca ser la calle el verdadero ágora donde el pueblo pueda poner en pie sus necesidades y sus reivindicaciones más justas cara a la ineptitud de sus gobernantes. Desde el 15M hasta “Ocupa Wall Street” la mayor parte de las principales ciudades del mundo están siendo testigos de, cada vez más importantes manifestaciones populares ante la ineptitud de una clase política que, desde sus atalayas, ven como el mundo que tanto costó construir se hunde bajo sus pies sin que hagan nada realmente positivo para evitarlo. Ya no queda tiempo y el futuro que presentan todos los analistas de cualquier color o condición es, a cual más oscuro. Por eso, especial valor cobran las palabras del Nobel de Economía Paul Krugman:

  “Aquí está pasando algo. No está claro exactamente lo que es, pero puede que por fin estemos asistiendo a la aparición de un movimiento popular que, a diferencia del Tea Party, está enfadado con la gente con la que hay que estar enfadado”. (Seguir leyendo)

Ocupa Wall Street

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