martes, 11 de octubre de 2011

RTVE

Hace unos meses escuchaba una entrevista radiofónica a un Catedrático de Periodismo de la Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense en la que se planteaba el modus operandi de los periodistas en las entrevistas y ruedas de prensa de los políticos españoles, especialmente de los primeros espadas del arco parlamentario español. Dicho catedrático argumentaba que la precariedad laboral que actualmente vive la profesión coarta la profesionalidad de los periodistas en estos casos ya que el intento de ejercer su derecho a la información queda, en muchos casos, supeditado a los intereses de los medios para los que trabajan.

 Ponía como ejemplo para ello dos casos muy típicos. Por una parte cuando el entrevistador le hace una pregunta concreta al político de turno y este se sale completamente por la tangente. Y el otro, más reciente, la moderna costumbre de los mismos por convocar ruedas de prensa “sin preguntas”. En el primer caso la obligación del periodista ha de ser la de exigir al entrevistado que responda debidamente a lo que se le pregunta e insistir si es preciso en ello ya que es lo que demanda la opinión la pública para la que ha sido convocado. Recuerdo, hace muchos años, un buen amigo director de una emisora de radio de ámbito comarcal cuando me contaba que al entrevistar a un alcalde si este se salía por los cerros de Úbeda, intentaba hacerle la misma pregunta de dos o tres maneras distintas pero si no lo conseguía al final, prefería ceder en su empeño antes que acabar siendo recusado por el mismo.

En el segundo caso, ante las citadas ruedas de prensa sin posibilidad de interlocución, decía el docente que lo más lógico sería que los periodistas abandonaran la sala y solicitaran bien una copia del discurso en ese momento o se les enviará mediante fax a sus redacciones ya que, no tiene sentido convocar una rueda de prensa si no hay posibilidad de interactuar con el orador. Eso será un discurso, un mitin o cualquier otra cosa pero nunca una rueda de prensa.

Ana Pastor
Solo los periodistas consagrados, pueden tener la capacidad y osadía de poner en su sitio al entrevistado si este no acepta las reglas del juego, aunque no dejará de asumir ciertos riesgos por muy carismáticos, además de ejemplares profesionales, que puedan ser los mismos. Tal es el caso de Ana Pastor la fenomenal periodista que, cada mañana en “Los desayunos de TVE”, se atreve a “ponerles las pilas” a todos los personajes, principalmente, de la esfera política que se aventuran a sentarse a su mesa. Con la debida educación y respeto la joven periodista no se detiene ante los renuncios de los mismos y exige, por respeto a su audiencia, respuestas claras a los temas que les plantea. Este modo de actuar, en el ejercicio de su profesión, le ha traído ya más de un quebradero de cabeza particularmente con miembros destacados del PP, desde el que ya se le ha insinuado en varias ocasiones, más o menos solapadamente, que será despedida tras el 20N si el PP alcanza, de la forma abrumadora que se espera, el gobierno del país y, en consecuencia, el del ente público. 

Poner la paja en el ojo al ajeno y no ver la viga en el suyo es práctica habitual de la clase política pero en el caso de la derecha es harto significativo.  De tal manera incluso que ha calado entre buena parte de su fiel electorado. Recuerdo alguna tertulia del café mañanero donde ante los excesos del Caso Gürtel y las presuntas prebendas a representantes políticos del Partido Popular, los afines al mismo interpelan a la presunción de inocencia en su caso, mientras que si se trata de miembros de cualquier otro partido inmersos en acusaciones similares, hay quien, poco menos, que demanda el cese, encarcelamiento y  si cabe hasta que sea pasado por las armas de forma inmediata, sin ningún tipo de miramiento.

RTVE, probablemente y con su parte de irremediable y humana de subjetividad según quien se trate, está atravesando el mejor momento desde la Transición Española, en lo que se refiere en el tratamiento de las noticias y la información, particularmente desde el punto de vista de la agenda política. De hecho las encuestas son incontestables y el grado de fiabilidad y de pluralidad que, a criterio de los encuestados, manifiestan los informativos de la cadena pública no tiene parangón con los de cualquier otro medio televisivo. Todavía recordarán, los ya entrados en algunos años, cuando la televisión de Adolfo Suarez se pasaba el día reportando con saña de los países más allá del telón de acero, cuando la televisión de Felipe González, arremetía constantemente contra las dictaduras sudamericanas y que vamos a decir de la televisión de Aznar, juzgada y condenada en los tribunales de justicia por sus despropósitos.

¿Qué va a ocurrir después de las elecciones? Desde luego el futuro no es nada alentador después del intento del PP por controlar los informativos de RTVE. Curiosamente secundado por el resto de los miembros del Consejo. Y, a pesar de las críticas recibidas por el mismo desde todos los frentes –hasta de miembros destacados del propio Partido Popular ¿?-, la realidad es que la lógica de las dimisiones y destituciones ha brillado por su ausencia. Malos tiempos con malos presagios para RTVE. Al menos deseemos que, aunque vuelva a las andadas, no se convierta en un escarnio deplorable de lo que ha de ser el periodismo, como podemos ver a diario en los informativos de Telemadrid, uno de los medios partidistas más denigrante de la historia de la radiodifusión pública de la democracia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario