miércoles, 5 de octubre de 2011

Hoy, han despedido a un amigo

Ésta mediodía, sesteando en la sobremesa, pensaba sobre lo que escribiría esta noche. La verdad que no lo tenía nada fácil. A estos que nos gusta eso de escribir se nos amontona cada vez más el trabajo y, por ejemplo en un día como el de hoy, la cabeza se pone en auténtica ebullición al tener que dilucidar sobre escribir de los golfos de Novacaixa Galicia, la señora de la CAM, de los caprichos de los políticos por sus Cajas que resultaron totalmente descontroladas, del gobernador del Banco de España que habla de todo y no se entera de nada, de la sangría del paro, de una clase política completamente desnortada que se pasa el día diciendo auténticas gilipolleces que no llevan a nada. De los recortes, recortes, recortes, recorte, recort, recor, reco, rec, re, r… hasta que no quede más que recortar en esta antología del disparate y los parados por millones se echen a la calle en todo lo que una vez llamamos mundo civilizado; de las nefastas predicciones de Goldman Sachs para España y Europa –si lo sabrán ellos que llevan años haciendo ingeniera financiera en Europa y con Europa-, de las 30.000 personas que dice Sarkozy va a despedir de la cosa pública, de cómo Grecia es estrangulada vilmente por la horda comunitaria…

Pero esta tarde se me ha trastocado todo cuando mi amigo Carlos ha venido a decirme que lo han despedido. Como suele decirse, pero ahora sí que es cierto, mi amigo Carlos es un profesional de su profesión a la que lleva dedicado toda su vida. Después de deambular en las filas del paro  algún tiempo, por fin, una empresa de su mismo medio se había fijado en él hace solo 8 meses. Una empresa de cierta relevancia con numerosos puntos de venta por toda la región. Su objetivo, que reflotara una de esas tiendas. Y mi amigo Carlos no les ha defraudado. Ha conseguido levantar ese punto de venta y devolverlo a la senda del crecimiento y de los beneficios, algo más que loable peor aún rodeado de una feroz competencia y en los tiempos que vivimos. Pero no ha sido suficiente, hoy y sin ningún tipo de reproches, a mi amigo Carlos lo han despedido por que “la empresa no gana lo suficiente”.  Y no van a cambiarlo por otro para reducir gastos –hace mucho que un trabajador válido dejo de ser una inversión para convertirse en un gasto, como la luz, el agua, el teléfono, la escoba o el cubo de la fregona-, y pasar esos costes a la columna de los beneficios. El desenlace final ya es sabido, rebaja del servicio, caída de la facturación y por ende de los beneficios para en cuatro telediarios cerrar definitivamente el chiringuito y mandar al resto de los trabajadores al paro, con poco más, que una mano atrás y otra delante. Y todo porque la empresa “no gana lo suficiente”. Pero… ¿qué es lo suficiente?   

En el otro extremo de la paradoja el Banco de Santander anunciaba hace unos días que necesitará 3 años para poder volver a la “normalización de los beneficios”.  Al fin y al cabo solo ganó el año pasado poco más de ¡¡8.000 mill. de euros!! Y los empleados de sus sucursales asfixiados hasta quedarlos sin aire para poder “normalizarse”.

Digo yo que no habrá algo más importante que normalizar: hacer que esta maldita sociedad recupere algo que parece haber convertido en insólito… la dignidad.

“El que tiene mucho desea más, lo cual demuestra que no tiene bastante; pero el que tiene bastante ha llegado a un punto al que el rico no llega jamás” (Séneca)

1 comentario:

  1. Me parece muy bueno tu artículo.
    No puedo dejar de preguntarme ¿qué puedo hacer o podemos y debemos hacer? Me reprocho a mí misma pot no tener ninguna respuesta. No acepto que no pueda hacer nada. Desde luego apoyaré a todos los que protestan en la calle y en cualquier parte (no olvidaré lo que se está haciendo o se ha hecho con los países del Tercer Mundo. Pero para que una protesta sirva para algo es necesario poder ofrecer una alternativa. Quizás debamos empezar a crear un mundo paralelo más humano.
    Un saludo

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