sábado, 12 de noviembre de 2011

La falacia de la derecha (III)

Por último, hemos querido quedar para el final el mayor vilipendio económico y social –al margen de su pasión por las “hazañas bélicas”-, de la era Aznar: la Ley del Suelo de 1998. Con ella, el gobierno del Partido Popular convirtió, prácticamente toda la geografía española susceptible de ello en edificable sin el más mínimo control, a la espera de que las plusvalías generadas sirvieran de sustento para todas las administraciones públicas y aliviara como nunca el problema del desempleo. El mayor desatino de la historia de la democracia española en política económica y de infraestructuras que de inmediato promovió el desarrollo de una burbuja inmobiliaria, que acabaría siendo la más importante de todo el continente europeo, basada en la tesis del crecimiento perpetuo y por la que empezaron levantarse barrios y ciudades enteras con millones de viviendas aptas para una población inexistente. De hecho, al día hoy y después de casi 4 años del pinchazo de la misma, según datos de la UE, las viviendas existentes en España por habitante representa el porcentaje más alto de toda la Europa comunitaria. Mientras tanto la economía especulativa seguía haciendo su agosto y en el periodo 1998-2008 el precio de la vivienda aumentó un 180 %, mientras que, como decíamos antes, los salarios de los trabajadores permanecían sin incremento real alguno. Hay algunos analistas que cifran que la construcción llegó a representar en esos tiempos casi el 40 % del peso de la economía española y, en cualquier caso, hubo momentos en que llego a rozar casi el 20 % del PIB, mientras que la inversión en educación apenas llegaba al 4 %.  En Suecia, por ejemplo, la educación representaba en aquellos mismos entonces el 7 % del PIB por solo el 4 % de la construcción.

En consecuencia, numerosos jóvenes abandonaron los estudios al fragor de la obra, ávidos de salarios más o menos suculentos, aunque en su mayor parte, al margen de la ley y sin fiscalización alguna, dinero negro vamos, así como provocó un efecto llamada de millones de inmigrantes que acudían en busca de trabajo al albor del “milagro español”. Cuando el PSOE recobró el poder en aquellas convulsas elecciones de 2004, el presidente Zapatero y sus ministros en vez de “pinchar” la burbuja, aborrecieron de sus orígenes socialdemócratas y quedaron atrapados en la misma vorágine. Tanto es así que, en 2007, solo unos meses antes del colapso de las hipotecas subprime en EE.UU. consecuencia de las mismas políticas, el gobierno Zapatero presentaba las mejores cifras del desempleo y la economía española desde que existen registros históricos. Sin embargo la borrachera  de la euforia de los datos les impidió ver que el castillo de naipes se desmoronaba a una velocidad muy superior a la que se había levantado y, lo que vino después, ya es sobradamente conocido por todos.

No se trata pues ahora de culpar solo a los 8 años de gobierno del Partido Popular de la crisis ya que realmente tan responsable fue de la misma como lo fueron todos los gobiernos que han venido observando ese mismo modelo social y económico, desde la década de los 90 en todos los países europeos y allende de nuestros mares, hasta nuestros días. Pero lo que no puede resultar admisible es que se intente hacer creer y mediatice interesadamente a la masa popular, a través de medias mentiras o medias verdades, de que las políticas llevadas a cabo por los sucesivos gobiernos de José Mª. Aznar resultaron una panacea o que las circunstancias que se daban entonces en el entorno fueran las mismas que las de ahora. Cuando, además, la profundización en esas mismas políticas marcan la agenda diaria de la UE desde el inicio de la crisis e incluso en el todavía gobierno del presidente Zapatero y en las CC.AA. de nuestro país, al margen de su color y condición, y en todos los casos con los pésimos resultados que estamos viendo. Y que están promoviendo, por añadidura, unas previsiones, para los próximos años verdaderamente frustrantes.

La historia, una vez más presenta su recorrido inexorable y nos demuestra, de forma inequívoca, que las políticas basadas en la solidaridad y el bien común que alumbraron la Europa de la posguerra durante los siguientes 40-50 años, construyeron una Europa  de todos y para todos, aún sus defectos y virtudes pero que en cualquier caso promovieron un modelo ejemplar en lo referente a lo social y al desarrollo económico de los pueblos. Mientras que los últimos 10-20 años, donde solo primaron la avaricia y la codicia a partir de la predominancia de lo individual sobre lo colectivo, ha traído las gravísimas consecuencias que están padeciendo cada uno de esos mismos pueblos que la forman, aunque sean en mayor o medida, y está poniendo en riesgo la supervivencia de la propia democracia. Hoy, lo estamos viendo en Grecia e Italia donde van a ser encaramados por terceros, como primeros ministros, sendos tecnócratas, sin tener para nada en cuenta la opinión de los ciudadanos. Pero ya tendremos tiempo de escribir sobre esto.

“En la mayoría de los casos la ignorancia es algo superable. No sabemos porque no queremos saber.” (Aldous Huxley)

2 comentarios:

  1. Buen artículo.
    Te dejo otra cita de Huxley:
    "Cuanto más siniestros son los deseos de un político, más pomposa, en general, se vuelve la nobleza de su lenguaje".

    Saludos indignados!!!
    http://15mikel.blogspot.com/

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  2. Acertado. Yo no creo en la ingenuidad de los políticos, máxime a estas alturas. otra cosa es la cara que pongan y cuando de hablar se trate no digan nada, para lo que son auténticos especialistas. Por eso jamás mencionaran otros postulados neoliberales tan escabrosos, como por ejemplo, que la democracia no puede quedar en manos del pueblo porque este es ignorante o que es bueno que haya una cierta dosis de paro para poder flexibilizar el mercador laboral, etc. De hecho la teoría neoliberal anda próxima al fascismo y a la vista de como se van desarrollando los acontecimientos cada vez va pareciéndose más a ello. Gracias por tus comentarios.

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