viernes, 13 de septiembre de 2013

El derecho a decidir: A vueltas con Cataluña.


Un año más la Diada –que conmemora la caída de Barcelona en manos de las tropas borbónicas durante la Guerra de Sucesión Española en 1714 y la posterior derogación de las instituciones catalanas-, viene a ser motivo de controversia entre el gobierno central y el de Cataluña. Sin duda, esta gravísima crisis económica que asola nuestro país desde hace años viene a ser aún más motivo de desafección política entre ambas partes al intentar hacer un uso partidista e interesado de un sentimiento en beneficio y detrimento de cada una de las mismas. Sin embargo, una vez más, el pueblo parece sobreponerse a tales injurias y una vez más demuestra que, por encima de dichos intereses partidistas, están sus sentimientos y sus voluntades. Y así ha vuelto a demostrarlo el pueblo catalán otro once de Septiembre.

Nadie, en pleno SXXI y dentro de un orden democrático, puede poner en tela de juicio el perfecto derecho de un pueblo a reivindicar de forma pública y pacífica su libre emancipación. En este contexto, varios miles de años de avatares históricos de la humanidad, certifican que el deseo de un pueblo de caminar de forma independiente, desgranándose de otro estado sin tener que depender de manera forzada de este, ha dado otras tantas formas a la cartografía de todo el planeta. Un fenómeno  que viene dándose en la historia de la humanidad desde el principio de los tiempos y que sigue y seguirá ocurriendo a lo largo y ancho de todo el mundo desde entonces. Nada más que hay que echar un vistazo al mapa europeo de los últimos veinte años para ver como este ha cambiado de forma más que sensible desde entonces. Y todo esto al margen de que pudieran alegarse cuestiones históricas para ello ya que exactamente tiene el mismo derecho el que otrora gozara del privilegio de esa libertad como aquel que puede obtenerlo por primera vez, ya que cuando hablamos de dicho sentimiento no cabe otra cosa que entenderlo desde un marco atemporal. De ahí que, en el caso de Cataluña, poco deba importarnos en general –por mucho que se debata el argumento-, si Cataluña fue alguna vez o no un Estado, entre otras cosas porque ese mismo concepto de Estado ha ido evolucionando a través de los tiempos.

Otra cosa muy distinta es la manipulación que desde diferentes frentes interesados se viene haciendo del caso. Más aún cuando este trasciende a lo mediático y determinados medios de comunicación intentan jugar su rol de forma malintencionada en el asunto. Valga decir que la cuestión nacionalista ha traído en ocasiones caudalosos ríos de sangre –ahí tenemos el caso de las recientes Guerras de los Balcanes o del Cáucaso-, pero no es menos cierto que cuando la intransigencia y la vehemencia ha quedado aparcada y los buenos deseos y el sentido común ha imperado por las partes, otros muchos procesos se han resuelto por la vía diplomática sin mayores excesos. Por tanto el que ese marco geopolítico de la península ibérica volviera a modificarse por enésima vez en los últimos dos mil años no dejaría de ser una etapa más de su dilatada historia.

Por tanto es más que lamentable escuchar todo tipo de afirmaciones, a cual más singular, tremenda y hasta despótica si cabe, como las del ministro de turno diciendo que por mucha mayoría social  que lo pretendiese jamás podría tener el pueblo catalán derecho a un referéndum al respecto. Alusiones absurdas a “la mayoría silenciosa” –eso sí que resulta una malévola observación por parte del diciente, sobre todo cuando es arte y parte de un gobierno al que, según todas las encuestas, la mayoría del pueblo le vuelve la espalda-, y del otro lado como el máximo responsable del ensayo se pierde en dimes y diretes, viéndose sobrepasado por una marea humana que él nunca presagió cuando utilizo dicho sentimiento para ocultar sus políticas de austeridad y severos recortes con tan negativas como dramáticas repercusiones en el pueblo catalán.

Lástima que, una vez más, la refriega y el arte de los mensajeros, han calado en buena parte de la opinión pública y con expresiones como “destruir España” en la portada de uno de los diarios de mayor tirada, están azuzando un enfrentamiento por completo injustificado y que ya está causando estragos con la irrupción de grupos violentos. Una vuelta de tuerca más al espíritu  patrio representado en la “centinela de occidente”, una grande y libre aunque nunca supiéramos que teníamos que guardar y ni fuéramos grandes ni libres. España, como tantas otras naciones es una amalgama de gentes, distribuidas por un desigual entorno geográfico y con idiosincrasias muy diferentes. Ello ni ha de implicar que tengan que cabalgar, por los siglos de los siglos, unidas o desunidas, será lo que cada pueblo quiera y cuando lo considere oportuno dentro del respeto mutuo.

Más de veinte siglos de historia nos dan la razón, por lo que todo lo demás solo servirá para enmarañar la realidad. Una realidad hoy distorsionada en beneficio de cada una de las partes dispuestas a tapar sus miserias con cualquier alevoso argumento y aunque ello signifique un estropicio más que añadir a su larga carrera de dislates, desde que esta maldita crisis destapara sus  vilezas.

A mí no me gustaría que Cataluña se escindiera de España pero tampoco soy nadie para decidir su destino. Lo que si tengo meridianamente claro es que seguir metiendo la cabeza debajo del ala y esperar a que descampe, no es el mejor remedio –amén del interés partidista de unos y otros-, para dar debida respuesta a un secreto a voces desde hace decenios. Hoy, hay muchos modelos de estado que podrían hacer encajar un variopinto territorio como el español respetando cada una de sus  identidades y de mucha mejor manera que este entramado que coció la Transición –con su permanente ruido de sables de fondo-, a lo que llamamos la España de las Autonomías. Pero para eso habrá que tener la firme voluntad de hacerlo y derogar o cambiar tantas leyes como sea preciso. De no haber sido así en la historia aún andaríamos ente pieles de osos y bajos techos de fría piedra.

“Nadie combate la libertad; a lo sumo combate la libertad de los demás. La libertad ha existido siempre, pero unas veces como privilegio de algunos, otras veces como derecho de todos.” (Karl Marx)

3 comentarios:

  1. Gran artículo J. Felipe,

    Lo cierto es que a ambas derechas nacionalistas (PP-CiU) y a sus voceros mediáticos les ha ido muy bien azuzando el anticatalanismo y el antiespañolismo. Ellos son los principales responsables de esta situación, pero no los únicos (Bono, Ibarra, Guerra...)

    Sólo espero que la maldad que subyace tras su necedad no termine en males mayores y sufrimiento.
    El País se muere, urge una democracia real y no esta plutocracia mafiosa que sufrimos.
    Urge una auténtica transición.

    Si yo pudiera escoger, creo que navegaría en la "Balsa de Piedra" de Saramago.

    Un Abrazo compañero

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