De pitos y otras paradojas.

No quiero dedicar más de 5 minutos de vuestro tiempo a un asunto tan grosero como el protagonizado por miles de personas, alimentado desde hace tiempo por los medios de comunicación e instigado desde a saber qué tipo de intereses, en la pasada Final de Copa y que, al menos a mi criterio y con la que está cayendo en este país está echando a correr ríos de tinta en exceso. A mí lo que me preocupa en verdad de todo esto son dos cosas y ambas se las he oído y visto decir al ínclito Carlos Floriano en el día de ayer.

La primera, que se van a promover normas para evitar que hechos como éste se puedan repetir. Y es que a mí, todas estas cosas -como la famosa ley mordaza-, que vienen a recortar derechos y libertades me recuerdan a tiempos pretéritos donde un breve artículo como éste te podía acarrear un mayúsculo disgusto.

Más aún cuando esto lo dice tan alto responsable de un partido que da sostén al gobierno y cuya matriz original no votó la Constitución -a pesar de la encarnizada defensa que hace hoy de la misma-,  y que,  poco menos, tiene idealizado el sentido de la patria de los norteamericanos  al que en estos aspectos suele tomar como referente. Sin embargo es, precisamente, en los EE.UU. donde no es constitutivo de delito cualquier acto contra los símbolos del estado según avaló en su día el Tribunal  Supremo, del mismo modo que aquí hiciera también en su momento la Audiencia  Nacional a estos mismos respectos. Y todo esto porque al final lo verdaderamente importante y que queda por saber es ¿dónde se pone el límite a la libertad de expresión cuando se trata de criticar a los representantes del estado o el gobierno?

Y la segunda, también de Floriano, que dice que resultó "un horror" semejante espectáculo. Digo yo que cómo calificará entonces el número 3 del PP o si es que lo ocurrido  lo sitúa en el mismo plano,  todo el cúmulo de desgracias que abaten a buena parte de la sociedad de este país desde hace años.

Sería mejor que el gobierno y el partido que le respalda dejaran de sobreactuar de la manera que lo están haciendo en este asunto, dejara de presentar a España como un país modélico y de referencia y se horrorizara de verdad con, por ejemplo, las alarmantes cifras que acaban de presentar la OCDE y el propio INE, la semana pasada, con tan escandalosos datos acerca del crecimiento de la pobreza en España.

Y se deje de distraer a la gente por cosas como estas que, como suele ocurrir y la historia nos advierte claramente, lo único que consigue es enardecer a un buen número de las mismas con un exacerbado sentido del nacionalismo y la patria. Esperemos que en su deriva no le dé a alguien por promover un disparate como hiciera Videla en Argentina cuando invadió las Malvinas para ocultar el declive de su desastre.