domingo, 25 de octubre de 2015

Albert Rivera, Pablo Iglesias y el trabajo

Sin duda el programa de Jordi Évole, “Salvados”, resulta el más singular y didáctico de la televisión donde se entra sin ambages en la controvertida política de este país. El pasado domingo, el hábil presentador catalán, nos llevó a un bar de un barrio de Barcelona donde en las pasadas elecciones municipales venció “Podemos” y en las últimas catalanas lo hizo “Ciudadanos” y en la que hemos tenido la ocasión de ver un ameno debate entre los dos primeros espadas de dichas formaciones: Pablo Iglesias y Albert Rivera.

La cuestión se planteaba interesante por cuanto estamos ante los dos políticos que con sus respectivos grupos van a tener, a buen seguro, las llaves de la gobernabilidad de España después de las próximas elecciones generales y navideñas del 20 de Diciembre y, en verdad, el programa no defraudó. Cada uno en su papel, tanto Iglesias como Rivera, quedaron bastante claras cuáles son las ideas más importantes de cada uno sobre el modelo de sociedad que quieren para este país. Coincidentes, como no puede ser de otra manera, en algunas cuestiones y diametralmente opuestos en otras pero, en cualquier caso, bastante obvias en la manera de aspirar a cumplir sus deseos.

Para los que hayan visto el programa y para los que no, lo que ha quedado evidente es la manera de entender la política desde los dos tradicionales puntos de vista del espectro ideológico de los últimos 100 años. Por una parte (Rivera), aún en su pretensión de un libre mercado “ordenado”, confía en la creación y distribución de la riqueza en la buena voluntad de empresas y empresarios, tal como determina el modelo liberal. Por la otra (Iglesias), presupone el “control” por parte de las administraciones públicas de ese libre mercado en pos de una mejor distribución de la riqueza, tal como marcan los cánones de la socialdemocracia.

El Papa Francisco ha definido de forma tan clara como metafórica, la realidad actual de la doctrina capitalista. “El capitalismo se basa en que con lo que rebosa el vaso el conjunto de la sociedad vive y avanza. El problema de hoy es que el vaso cada vez se hace más grande y no rebosa nunca”. Albert Rivera confía en esa primera parte de una tesis que ha venido fracasando una y otra vez para el conjunto de la sociedad –que no para una minoría de la misma que ha acabado acaparando la mayor parte de la riqueza generada entre todos-, por cuanto olvida algunos de los males endémicos de la raza humana como son la avaricia y la codicia. Y si algo hemos aprendido a lo largo de la historia es que la avaricia y la codicia no tienen límites y los orígenes de la actual crisis y el camino recorrido desde el inicio de la misma en 2007, han seguido marcando esa misma pauta.  Lo que ha puesto de manifiesto, una vez más, que la interpretación más ortodoxa del modelo liberal capitalista, trae como consecuencia un aumento desmesurado de los desequilibrios sociales.

Por su parte Pablo Iglesias aboga, es cierto que sin mayores concreciones debido probablemente a las extremas dificultades del actual marco político y su falta de experiencia en el mismo, por una sociedad donde se aúnen de manera conjunta esos dos preceptos que hoy parecen tan dispares como es la generación y distribución de la riqueza en su más justa medida, respetando a su vez la libertad del mercado.

Quizá el mejor ejemplo de esta disparidad de criterios y que al fin y a la postre habrán de determinar todas sus posiciones en la trama política, pudo apreciarse en el debate cuando el presentador les conminó que se posicionaran acerca del principal problema de España: el empleo.

En ese sentido. Albert Rivera en un alarde de “buenismo”, aun admitiendo la sensible rebaja de salarios que se ha producido en buena parte de la población, entiende que será la propia evolución del mercado la que habrá de determinar los mismos sin que, en ningún caso, tenga la intención de aumentar el mínimo vigente. Para él, la prioridad en el trabajo es la cantidad y su calidad, en un segundo plano, resultará sobrevenida de ello.  Sí constató, en un vago amago progresista –más próximo a esa extraña y paradójica interpretación de la ayuda social-, que aquellas personas que no alcanzaran el mínimo suficiente establecido, correría por cuenta del estado la diferencia hasta conseguirlo.

Pablo Iglesias no pudo concretar con exactitud cuál sería su medida estrella al respecto para la siguiente legislatura pero sí, a costa de la insistencia del presentador, dejo entrever que su grupo emplazaría el SMI en España, alrededor de los 750/800 € lo que, en sus 14 pagas, se acercaría a esos 1.000 € mensuales que se presupone el mínimo razonable para un país de estas características y nivel de desarrollo.

La Unión Europea, a través de Eurostat, publica un índice que determina la “calidad de vida” de los ciudadanos europeos, comparándolos entre los diferentes países que integran la misma. Ese índice se calcula teniendo en cuenta el coste de una serie de productos básicos, así como el nivel de servicios públicos prestados y las rentas percibidas por el trabajo. Ello acabará determinando el estándar de poder adquisitivo de los ciudadanos de cada país, el llamado Índice EPA, y su posición relativa con el resto.


Como podemos ver en el gráfico superior España ocupa el último lugar en el cuadro con respecto a los países de similar desarrollo al suyo, lo que nos viene a decir también que el poder adquisitivo de los ciudadanos españoles es inferior al de ellos o, lo que es lo mismo, que las posibilidades de alcanzar su mismo nivel de vida resultan mucho más difíciles.

Por poner un ejemplo, almorzar en un restaurante de tipo medio en los alrededores de Notre Dame, en el mismo corazón de París o tomar un desayuno en la Grote Markt de Brujas, el centro neurálgico de la capital flamenca, viene a costar lo mismo o, si cabe más barato en número reales, que en la Plaza Mayor de Madrid. Sin embargo, el salario mínimo tanto en Francia como en Bélgica duplica al salario mínimo español. Y, además, el nivel de prestaciones sociales existentes en ambos países es muy superior al de España.

Salario mínimo en los países de la U.E.
Por contra, en España, los ejecutivos y directivos de las principales empresas –tomando como referente las del Ibex 35-, disfrutan de salarios similares a los de sus homólogos en el resto del continente cifrándose su salario medio anual entorno a los 2.4 millones de euros. Y lo más interesante que, mientras en el periodo 2013/2014 como es de público conocimiento el salario de la mayor parte de los mortales o se mantuvo o se redujo, el de estos se incrementó por encima del 24 %.

Volviendo a nuestros contertulios resulta obvio, ante la evidencia de los datos, que ambos deberán tener en cuenta que en España existe un extraordinario desequilibrio en sus empresas entre las rentas salariales de sus trabajadores con respecto a las que se perciben en otras compañías europeas. O lo que es lo mismo, en España no existe una correlación lógica entre los beneficios que generan las empresas y el salario que percibe el grueso de su fuerza laboral.

Sin embargo, en el caso de las pequeñas empresas y autónomos con muy pocos trabajadores sí que, en los tiempos que corren, resulta mucho más difícil aclimatar los salarios de los mismos a sus necesidades básicas. Es de sobra conocido que muchos pequeños empresarios están pasando auténticas estrecheces para mantener sus negocios a flote por lo que, a fuerza de ser realistas, se hace extraordinariamente complicada la demanda de un aumento salarial en tales circunstancias. Es aquí, una vez establecidas las diferencias, donde los Sres. Rivera e Iglesias deberían poner especial énfasis en la negociación colectiva en las empresas de cierto rango y paliar el déficit existente en la nómina y condiciones laborales de dichos empleados de base. Estas empresas siempre deben representar un plus para la calidad del empleo y así debería seguir siéndolo ya que es lo que, de una manera u otra, se acaba trasladando al conjunto de la sociedad y repercutiendo favorablemente en la economía general.

Por lo demás, a lo largo de la entrevista se tocaron otros muchos temas que, aun tratándose de una manera ciertamente coloquial y distendida o, al menos, nada encorsetada como estamos acostumbrados hasta ahora en los debates políticos, tampoco defraudaron a pesar de las respectivas meteduras de pata por cada parte. Que no sabremos nunca tampoco, si fueron consecuencia del fragor en la batalla o de mera estrategia electoral que, siempre, también le toca su parte.

Y por último encomendar a ambos contertulios ahora que habrán de tener en su mano el destino de quién llevará las rienda del próximo gobierno, que recientemente la prensa a vuelto a recordarnos que la mitad de empresas del Ibex 35 llevan años sin declarar el impuesto de sociedades a pesar de sus ingentes beneficios, con un aumento en el pasado año del 37.8 % y un incremento desmesurado en las retribuciones de sus ejecutivos mientras que las de sus trabajadores bajaba casi el 1.5 %,  por lo que bien valdría la pena ponerse manos a la obra y que estas pongan de una vez de su parte por una mejoría real de la economía española.

Desde el comienzo de esta crisis lo hemos venido advirtiendo, no se trata solo de crear empleo si no de evitar –que es lo que está ocurriendo-, que el trabajo, aunque solo sea por decencia y por un mínimo respeto, no pueda eximir de la miseria y acabe coartando con ello la libertad de los ciudadanos de este país.


Para finalizar, en cuanto al formato del debate en sí, probablemente, el mejor que hayamos visto en la televisión española. Solo faltó que hubiese sido en directo, con las connotaciones que ello conlleva, como en otros de los países de nuestro entorno. Esperemos que se repitan con más participantes y podamos seguir avanzando en ello, aunque tengamos que depender del interés de las televisiones privadas, visto el consumado desatino en lo que se ha convertido la televisión pública.

Fuentes: La Sexta, El Diario, El País y Eurostat.

5 comentarios:

  1. El formato estuvo muy bien y la entrevista dio para ríos de tinta. Lo que me apena es que Albert Rivera "ganara" la batalla de manera tan aplastante, o eso es lo que cree la gente y lo que repiten los medios sin descanso.

    Lo cierto es que Albert Rivera no fue la mitad de "concreto" de lo que nos hizo creer, puesto que más bien pasó de puntillas sobre los temas más importantes, tratando de no enseñar las cartas. Que es de derechas y liberal es innegable, por lo que si llega al poder la gente se sorprenderá; aplicará medidas muy parecidas a las del PP y seguirá favoreciendo a las élites (que ahora mismo, a través de los medios, tratan de vendernos a C's hasta en la sopa).

    A Podemos se le pueden achacar muchos defectos, pero como ya he dicho en una entrada que escribí ayer, prefiero esa visión del mundo, al menos intentar cambiar el orden establecido para hacerlo más justo. El problema que tiene es que su discurso no es tan efectista con la masa de ovejas como el discurso "concreto y moderado" de la marca blanca del PP.

    En el debate Pablo respondía sí o no a las preguntas, mientras que Albert recurría a las típicas frases de "respetaremos la ley según proceda", "modificaremos algunos artículos", etc. Ahí tenemos la concreción, pero ya vemos a quién aclama ahora la opinión popular. El diablo está en los detalles, como dicen los ingleses.

    Un saludo.

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  2. No vi el debate. Me cuesta creer que ganara Albert Rivera. Si los medios lo dicen, es que la realidad fue todo lo contrario.

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  3. Si Juan Carlos Monedero hubiera estado ahí, se merienda a Albert y al que le iba apuntando con un micro oculto lo que tenía que decir.

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  4. Sí, en principio y desde el punto de vista mediàtico el debate lo ganó Rivera y eso a pesar de que dijo varias falsedades. Pablo Iglesias estuvo en su línea crítica con el modelo actual pero atribulado a la hora de presentar propuestas.

    Sin duda ante la pésima imagen de Rajoy, es obvio que Ciudadanos es la gran apuesta del Ibex 35 para un cambio de cosmética y que todo siga igual. A Pablo Iglesias se le ve cansado -le han dado por todos lados y es comprensible, además de haber cometido errores de bulto- y mucho tendrá que mejorar si quiere que la gente confíe en él.

    En fin, veremos. Yo, por el momento, me voy 8 días de vacaciones así que ¡hasta pronto!

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  5. Si alguien no tenia claro quien " gano " en el bar de Barcelona , ahora habrá tenido otra muestra de la GRAN diferencia que existe entre Pablo Iglesias y TODOS los demás , siempre claro esta si han seguido completas las ruedas de prensa desde La Moncloa de Pedro Sánchez , Albert Rivera y Pablo Iglesias después de sus entrevistas con Rajoy

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