Si como es previsible, salvo sorpresa mayúscula, en unas semanas se materializa la abstención del PSOE o de lo que queda de éste para facilitar un nuevo gobierno de Mariano Rajoy, se abre un escenario hasta ahora inédito en España y del que habrá que estar muy pendiente ante las posibles maniobras de una y otra parte. Parece al menos positivo que Rajoy haya optado por mostrarse flexible en sus exigencias favoreciendo la abstención del deteriorado partido socialista por el contrario a las mezquinas intenciones de otros miembros de la cúpula de su partido que preferían una tercera convocatoria electoral que redujese a cenizas a su eterno rival y por ende les permitiese lograr una nueva mayoría absoluta.
Excluido Ciudadanos de la cuestión, al que nadie pone en duda su mero carácter oportunista por cuanto desde una posición inicial de centro izquierda ha venido enfatizando cada vez más en cuestiones de economía y empleo con el modelo neoliberal en aras de ocupar el espacio de los desencantados del PP, es el PSOE el que se juega el todo por el todo de su supervivencia política. No en vano los antecedentes no son nada optimistas ya que en el ámbito europeo, en el contexto actual cuando la socialdemocracia ha salido de la escena a tenor de las actitudes demostradas por los tradicionales partidos socialistas, las alianzas de estos con las formaciones conservadoras han dado lugar desde caer en la irrelevancia como el caso del PASOK griego tras su pacto con Nueva Democracia hasta el caso del SPD alemán que tras su acuerdo de gobierno con la CDU de Ángela Merkel todas las encuestas le auguran que pagará un altísimo coste en el próximo envite electoral de la república federal a celebrar el próximo año. No sin olvidar el ostracismo en el que permanecen los laboristas británicos, envueltos también en sus propias cuitas o los catastróficos augurios para el partido socialista francés al que las encuestas le vaticinan que ni siquiera pasará de la primera vuelta en las elecciones del próximo año.
Para ello, el PSOE tiene que reconocer que su crisis actual va mucho más allá de un problema de liderazgo. El PSOE ha perdido más de seis millones de votos desde el pistoletazo de salida de la crisis y ello es debido, en buena parte como en el resto de sus homólogos europeos, a su renuncia a las tesis propias de la socialdemocracia, a esa actualización a una especie de socio-liberalismo que prima las prácticas del mercado por encima de la justicia social. Tal y como refrendara en aquella aciaga noche de 2011 el propio gobierno Zapatero, con la bendición de Mariano Rajoy, modificando el art. 135 de la Constitución y anteponiendo a partir de ese momento los intereses de los mercados financieros por encima de los de los ciudadanos españoles. Y lo que es tanto peor que poco o nada tienen que ver sus panfletos electorales con su forma de gobernar en los pocos reductos que les van quedando. Quizá el ejemplo más significativo sea el de Francia donde Hollande, líder del partido socialista francés y presidente de la república, ha conseguido poner al país en pie de guerra al poner en marcha, por decreto ya que hasta alguno de sus diputados se negaron a aprobarla, una reforma laboral que poco o nada tiene que envidiar a la de un partido como el PP español plegado a la ortodoxia neoliberal.
Pero si el PSOE decide asumir dichos riesgos, en pos de sensibles mejoras en las políticas de empleo, derechos laborales, educación, etc. y no ejercer esa actitud sumisa que muchos pretenden desde la bancada popular, podría dar lugar a un auto-golpe del PP, con la disolución del parlamento y una nueva convocatoria electoral más antes que tarde, con la excusa de la ingobernabilidad del país. Si de algo está seguro el Partido Popular –y eso lo estamos viendo ahora ante los deseos de su núcleo duro de ir a unas terceras elecciones-, es que su poso electoral es mucho más alto que el del resto de partidos lo que le garantiza mejores réditos a priori que a cualquiera de sus adversarios. El carácter conservador de su electorado le propicia dicha virtud y, sin duda, sería un recurso que podría intentar aprovechar el PP cara a una nueva convocatoria electoral mucho antes de dar por finiquitada la nueva legislatura.
El primer gran frente de batalla va a ser los presupuestos generales del estado, máxime las presumibles exigencias de Bruselas de nuevos y multimillonarios recortes. Sin duda, o al menos así debería presuponerse, se producirá una dura negociación ente las partes y en las que Podemos, convertido ahora, o casi, en el primer partido de la oposición de izquierdas al gobierno de Rajoy, es de suponer que presentará propuestas mucho más próximas y acordes a las propias del PSOE que las de los populares. Deberíamos pues prever una legislatura harto interesante, combativa, negociadora a la vez y desconocida hasta ahora en la joven democracia española. Difícilmente duradera si el PSOE quiere recuperar su espacio aunque no sea menos cierto que también debería ceder en alguna medida el Partido Popular en aras de evitar mayor crispación social.
Por fortuna para éste último, por su derecha, no ha aparecido todavía ningún grupo político –Vox, no lo ha conseguido-, lo suficientemente importante para apropiarse de una parte de su terreno de juego. El PP, a pesar de su refundación desde la extinta Alianza Popular, sigue manteniendo toda una heterodoxa amalgama de simpatizantes y militantes desde la extrema derecha hasta el centro democrático. Veremos a ver cómo pueden encajar todos ellos ante los nuevos retos que se presentan.
Me parece muy oportuno y acertado tu análisis, aunque ya sabes que abogo por un tipo de democracia que no sea la representativa.
ResponderEliminarUn saludo
Ruego disculpas por la demora en mís respuestas.
EliminarCreo en la democracia directa pero también en la representativa. Según qué casos y en qué momento. Lo que está meridiánamente claro es que en España falta mucho de la primera y sobra demasiado de la segunda.
Saludos.
Pienso que lo del PSOE poco o nada tiene que que ver con lo que le ocurre a la socialdemocracia europea , porque España en esto de la política no es para nada ni siquiera parecida a los países de nuestro entorno europeo , España tiene una historia que no es similar ni parecida a la de países como Francia , Alemania , Grecia , Italia , Inglaterra etc etc , En España por no hacerlo demasiado largo ha habido un golpe militar a un gobierno republicano , en España ha habido una guerra CIVIL , en España ha habido una LARGA dictadura y en España ha habido una Transición digamos " un poco especial " por lo tanto los acontecimientos actuales algo tendrán que ver con este pasado reciente . Cordiales saludos . El PSOE se esta equivocando NO ahora , es desde hace mucho , mucho tiempo , " el problema " no es Sánchez , el problema es el PSOE , esto de ahora solo es el final de un largo camino de errores no corregidos adecuadamente y si a esto le añadimos el que una gran parte de la ciudadanía española ha ido evolucionando en esto de la política , da como resultado la situación actual en la que el PSOE una vez mas NO ha sabido responder adecuadamente . Un cordial saludo
ResponderEliminarRuego disculpas por la demora en la respuesta.
EliminarAunque ya sabe que no me gusta nada el término ese de "España es diferente", por otras connotaciones, qué duda cabe que la historia de la España del SXX difiere bastante de la de nuestros vecinos allende de los Pirineos. Y que las secuelas de una dictadura tan larga y a la que Transición no supo o no pudo ponerle punto y final, es un legado que todavía acarrea sus consecuencias.
Por lo que respecta a la segunda parte de su comentario, sin duda que la situación actual del PSOE no es el resultado de un hecho de puntual, si no del acumulado de desaciertos y traiciones a sus propios fundamentos desde hace muchos años.
Saludos.
La opción inteligente habría sido abstenerse y permitir el gobierno del PP, para después, bien cogidos por un sitio especial, controlar lo que hacen y evitar que se propasen. Pero así, de esta guisa, todo nos conduce a una mayoría absoluta popular, puesto que el electorado de derechas nunca se queda quieto y aprovecha para votar de paso que a va a misa, mientras que la gente de izquierdas, tan dadas a la flexibilidad y la comprensión, muchas veces optan por quedarse en casa y maldecir. Y así, por virtud o demérito, avanza el tiempo y se escribe la historia, siendo la plebe en toda escena el sujeto pasivo. El sistema democrático tiene que cambiar hacia algo mucho más participativo, con este guirigay seguiremos atrapados de por vida en luchas superficiales que jamás atacan las raíces del mal.
ResponderEliminarHola Óscar
EliminarPero tuvo opciones el PSOE de haberlo intentado en Diciembre y literalmente no quiso por no forjar una alianza con Podemos, poniendo como excusa la cuestión catalana. Sabido es que, sin serlo, se tachó a Podemos desde el primer momento de independentista para establecer unas líneas insuperables desde el primer momento. Al margen claro está que la actitud de Pablo Iglesias no favoreciera al acuerdo.
En segunda ronda, sí que es cierto que visto lo visto, la opción menos mala parece la de una abstención técnica, aunque veo difícil, que el PSOE pueda mantener una ferrea oposición a los populares por dos razones: una estamos ante un partido en franca derrota y quién sabe si a partir de este momento en desbandada y en segundo lugar el PP siempre tendrá el arma de disolver el parlamento en unos pocos meses y eso le conllevaría a un nuevo éxitoo electoral ante la fidelidad de sus huestes.
Veremos