lunes, 5 de junio de 2017

Fútbol, tragedia y muerte

 En 2013, varios grupos enfrentados al gobierno  sirio de  Bashar al-Asad, se constituyeron en el denominado Frente Islámico, perteneciente a la corriente salafista –la más radical del islam-, por el que parece que apostaron de manera decidida algunas monarquías del Golfo con la intención de frenar la expansión chií en Oriente Medio.  Las consecuencias de ello son sobradamente conocidas por todos en especial desde la declaración del Estado Islámico de Irak y el Levante, más conocido como EI o Daesh, en este último extremo desde sus primeros atentados en Francia.

A partir de ahí la persistencia de los conflictos en Oriente Medio –Siria, Irak, Yemen, Palestina y por ende Afganistán y el problema kurdo-, la guerra de Libia, la inestabilidad de toda la franja del África mediterránea, la catástrofe del Sahel, el drama del África subsahariana, los millares de vidas que se cobra el Mediterráneo cada año y una persistente crisis en el mundo desarrollado que castiga de manera inclemente a las clases más desfavorecidas ha creado un explosivo cóctel al que la irrupción en el escenario de una inusitada violencia religiosa ha hecho poner en trance a toda la sociedad occidental.

La noche del pasado sábado, en una especie de diabólico simbolismo, una nueva andanada de odio ha vuelto a sesgar las vidas de unos inocentes en Londres, mientras a poco más de doscientos kilómetros se cerraba el mayor acontecimiento deportivo del continente. Un deporte trastocado por un exceso delirante, frenado y desplazado por la brutalidad de una venganza infinita.

Un conflicto de proporciones inauditas que por una parte la soberbia de un capitalismo despiadado y de otra una interpretación vehemente del credo religioso, conducen de forma inexorable a un violento choque de trenes. Matar moscas a cañonazos o ponerle puertas al mar parece ser la estrategia más comúnmente utilizada por los países desarrollados antes que encarar la situación en el origen del problema. Una base de atentados de todo tipo, en especial en escenarios árabes con centenares de víctimas en cada mazazo, mientras en Europa, procedentes en su mayoría de los cinturones de grandes conurbaciones urbanas como París o Londres sacudidos ferozmente por la crisis económica, ensimismados por la doctrina salafista  fraguan sus represalias.

A la vista de todo esto, un panorama más que sombrío evita que pueda aparecer la luz en el corto o medio plazo, condenado en una insalvable espiral sin fin donde se cita una y otra vez la barbarie.

2 comentarios:

  1. Estamos inmersos en la barbarie. Mi pregunta es ¿cuál es mi responsabilidad? ¿¿qué debo hacer?. Porque que como ser humano, no puedo limitarme a una actitud pasiva. No creo que el nuestro sea un estado democrático. Acepto que, en algún momento, el capitalismo proporcionó grandes ventajas, pero,ahora, se ha desbocado: no solo es injusto, sino, sobre todo, inhumano y nos conduce al precipicio.
    Termino. Un saludo

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    1. ¿Qué podemos hacer? En primer lugar, hagamos lo que hagamos, el sistema se ha hecho tan poderoso que es extraordinariamente difícil enfrentarse a él. En segundo lugar y enlazándolo con el primero, yo mismo estoy enrolado en un grupo de trabajo perteneciente a un nuevo partido político en Badajoz con el que conseguimos tres concejales en las últimas elecciones municipales. Estamos en la oposición pero hasta ahora, debido a los últimos movimientos de Ciudadanos, hemos evitado que el PP, que lleva gobernando más de 20 años la ciudad, tenga la mayoría absoluta. Y te puedo asegurar que, a pesar del descontento general no te voy a decir que se imposible pero es muy muy complicado abrirle los ojos a la gente de lo que está pasando en Badajoz que como te puedes imaginar no es más que la consecuencia de que el PP ha hecho del ayuntamiento y de esta ciudad "su cortijo".

      Esto ocurre en una ciudad provinciana como Badajoz, pues qué no habremos de imaginarnos que sucederá en las altas esferas españolas o de las grandes potencias industriales y económicas.

      Yo soy de los que pienso que el cambio solo podrá venir desde abajo y desde los municipios donde la gente es más cercana y por ahí intentar ir abriéndoles los ojos poco a poco. Pero es una tarea ardua difícil, mejor dicho: dificilísima, pero es lo que podemos, tenemos y entiendo que debemos hacer. Además de blogs como estos -si es que conseguimos que los lean, a modo de que vean otra visión diferente pero mucho más humanizada de las cosas y... perdón por la pedantería-, pero tienen asustada a la gente, engañada y lo que es peor "comprada" de muchas maneras. Y cuando me refieren "a tienen" no me refiero explícitamente a los políticos si no a empresas grandes y medianas interesadas en que todo siga como está por razones obvias.

      Y, por último, los grandes medios de comunicación, controlados por ese mismo sistema ya se encargan de quitarle hierro al asunto y de arremeter constantemente contra los que intentan sacarles los colores.

      En fin, por lo menos y mientras nos dejen que podamos ejercer "el derecho al pataleo".

      Un saludo.

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