Anda uno ocupado estos tiempos con su pequeña empresa,
preparando una nueva campaña y, a fuerza de ser sincero también, venga a echar
números para ir salvando los muebles de esta quema a las que nos tienen sometidos
por una parte los que dicen que mandan y de otra los que verdaderamente lo
hacen, en aras de mantener el culo en el asiento los primeros y de seguir
engordando sus desvergüenzas los segundos. He de aquí que no podamos dedicarle
el tiempo que deseáramos a mantener un cierto ritmo para plasmar, cuando menos,
todo ese chorro de pensamientos con el que acudimos, cada vez que podemos, a
este blog. Peor aún, cuando enchufados a los veredictos de la historia, no pretendemos
pasar nunca de largo de esta y nos venimos esforzando para quedar plasmado en
nuestros artículos su sello, sobre todo ahora como respuesta a toda esta sarta
de mentiras y disparates con las que pretende atribularnos nuestra descastada
clase política.
Puesto a dilucidar de lo ocurrido esta última semana,
válgame entre otras siniestras bagatelas –ayer mismo anunciaba la
vicepresidenta Soraya, casi a bombo y platillo, la reducción del IVA cultural
para… la compraventa de arte-; sí para que los ricachos de este país que son
los que mercadean con el mismo, puedan ahorrarse un buen pellizco en algunas de
sus patológicas inversiones, mientras que a los que gustamos del cine y el
teatro que nos sigan dando allá donde nos quepa, dos cosas me han llevado a
recobrar este puñado de letras. Por una parte el resultado de los datos de la
EPA y de otra la entrevista al presidente del gobierno en la televisión.
Lo primero porque no puede resultar más escandaloso que
después de dos años acumulando miserias para el general de la población, en
beneficio de no se sabe bien que causa, el
nivel de desempleo vuelve a elevarse por encima del 26 % y si, por el
contrario, ha descendido levemente el número de parados lo es más por las
decenas, centenares ya, de miles de personas que huyen de España en busca de un
futuro mejor que por haberse generado empleo. Empleo, cuanto menos, estable ya
que si al poco trabajo que se crea añadimos sus condiciones laborales –temporalidad,
parcialidad, salarios de miseria, etc. -, valdría decir que lo que se está
produciendo es una verdadera transformación del modelo laboral, más próximo a
la de los países en vías de desarrollo que a la de los países desarrollados.
Dicho de otro modo, lo que se ha dado en llamar “achinización” de la vida
laboral. Peor aún en el caso de nuestros jóvenes licenciados, doctorados y
graduados que después de haber invertido sus padres y el propio estado toda una
pequeña fortuna en su formación, sin duda, acabarán viendo el fruto de sus
estudios en otros países.
Mientras, a pesar de la elocuencia de los datos, todavía
desde la tribuna mediática que da sostén al gobierno, se nos quiere hacer creer
que los datos son optimistas y presagian un “repunte de la economía”, cuando la
realidad es todo lo contrario y que, incluso, desde una institución del
prestigio de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT), se advierte de los graves problemas que
conlleva para el desarrollo unos porcentajes tan altos de desempleo y como se consolida el aumento de las
desigualdades consecuencia de las políticas económicas aplicadas tanto antes
como durante la crisis.
Y lo segundo la tediosa, aburrida y soporífera entrevista
en A3 al presidente del gobierno que, aún las circunstancias por las que atraviesan
el grueso de los ciudadanos y lo esporádico de sus apariciones ante los medios
de comunicación, no solo no aportó nada nuevo, si no que no se atisbó en la
misma la más mínima argumentación sólida cara a un futuro ciertamente mejor
para todos y que, en todo caso, lo único a lo que se atrevió por otro lado, casi
desafiando a la justicia y de forma impropia para el cargo que ostenta, fue a
asegurar la inocencia de la infanta Cristina de las acusaciones que se vierten
contra la misma. Lo que, sin embargo, a la vista de declaraciones pasadas del
propio Rajoy sobre los Matas, Bárcenas o Fabra, no puede presentar peor augurio
para la “ingenua” princesita. Además de volver a soltar la consabida perorata sobre
el asunto catalán que tan bien le ha venido tanto a él como al presidente de la
Generalitat en estos momentos para distraer a la opinión pública de los verdaderos
problemas de la ciudadanía.
En fin que, a pesar de todo, seguiremos andando por aquí,
entre escarceo y escarceo de nuestros deberes y nuestro ratos de esparcimiento.
Y si no con la regularidad debida, al menos más de vez que en cuando, para
reprocharles a quien corresponda que quieran robarnos nuestras ilusiones y
nuestras vidas.
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